The Times
José María Aznar
El enojo, en relación a Gaza, es distracción. No podemos olvidar que, Israel, es el mejor aliado de Occidente en una región turbulenta.
Desde hace demasiado tiempo, está – en Europa - fuera de moda hablar a favor de Israel. Como consecuencia de los recientes incidentes, a bordo de un barco lleno de activistas anti-israelíes en el Mediterráneo, es difícil pensar en una causa menos popular para defender.
En un mundo ideal, el ataque - por parte de comandos israelíes- al Mavi Marmara no tendría que haber terminado con nueve muertos y heridos. En un mundo ideal, los soldados deberían de haber sido recibidos, de manera pacífica, en el barco. En un mundo ideal, ningún Estado, ni qué hablar de un aliado de Israel como Turquía, hubiera auspiciado y organizado una flotilla, cuyo solo propósito era crear una situación imposible para Israel: hacerlo elegir entre abandonar su política de seguridad y el bloqueo naval, o poner en riesgo la ira del mundo.
En nuestro trato con Israel debemos disipar las rojas brumas de ira que, con demasiada frecuencia, nublan nuestro juicio. Un enfoque razonable y equilibrado podría encapsular las siguientes realidades: primero, el Estado de Israel fue creado por una decisión de Naciones Unidas. Su legitimidad, por tanto, no debería estar en cuestión. Israel es una nación con instituciones democráticas profundamente arraigadas. Es una sociedad dinámica y abierta que se destacó, de manera reiterada, en cultura, ciencia y tecnología.
Segundo, debido a sus raíces, historia y valores, Israel es una nación occidental hecha y derecha. En verdad; es una nación occidental normal, aunque confrontada por circunstancias anormales.
Solo en Occidente es la única democracia cuya verdadera existencia fue cuestionada desde su creación. En primera instancia, fue atacada por sus vecinos, usando armas de guerra convencionales. Luego, enfrentó el terrorismo, culminando en, ola tras ola, ataques suicidas. Ahora, a instancias de islamistas radicales y simpatizantes, enfrenta una campaña de deslegitimación a través de la ley internacional y la diplomacia.
Sesenta y dos años después de su creación, Israel aún está luchando por su misma supervivencia. Castigado con misiles, que llueven de norte a sur, amenazado con la destrucción por un Irán que tiene, como objetivo, adquirir armas nucleares y presionado por amigos y enemigos, Israel parece que nunca tendrá un momento de paz.
Durante años, el foco de la atención de Occidente estuvo, de manera comprensible, sobre el proceso de paz entre israelíes y palestinos. Pero, si hoy Israel está en peligro y, en su totalidad, la región está corriendo hacia un futuro preocupantemente problemático, no es debido a la falta de entendimiento entre las partes sobre cómo resolver este conflicto. Los parámetros de toda perspectiva de acuerdo de paz son claros. Sin embargo parecería difícil, para ambas partes, producir el empujón final hacia un acuerdo.
Sin embargo, las reales amenazas a la estabilidad regional deben buscarse en el incremento del islamismo radical que considera, la destrucción de Israel, como el cumplimiento de su destino religioso y, al mismo tiempo, en el caso de Irán, como una expresión de sus ambiciones de hegemonía radical. Ambos fenómenos son amenazas que afectan, no solo a Israel, sino – de manera más amplia - a Occidente y, al mundo en toda su extensión.
El núcleo del problema reside en la manera ambigua (y siempre errónea) en la que demasiados países occidentales reaccionan ante esa situación. Es fácil culpar a Israel por todos los males de Medio Oriente. Algunos, inclusive, actúan y hablan como si un nuevo entendimiento con el mundo musulmán pudiera ser alcanzado con el único requisito de sacrificar, en el altar, al Estado judío. Eso sería una locura.
Israel es nuestra primera línea de defensa en una región turbulenta que está constantemente en riesgo de descender al caos; una región vital para nuestra seguridad energética, que debe nuestra sobre dependencia al petróleo de Medio Oriente; una región que forma la primera línea en la lucha contra el extremismo. Si Israel se hunde, todos nos hundimos.
Defender el derecho de Israel a existir en paz, dentro de fronteras seguras, requiere de de un grado de claridad moral y estratégica que, con frecuencia, parece haber desaparecido en Europa. EEUU muestra preocupantes signos de dirigirse en la misma dirección.
Occidente está atravesando un período de confusión sobre el diseño del futuro del mundo. Esa confusión es causada por una clase de masoquistas, faltos de autoconfianza sobre su propia identidad; por reglas de corrección política; por un multiculturalismo que nos fuerza a ponernos de rodillas ante otros; y por un secularismo que, ironía de ironías, nos enceguece aun incluso cuando nos confrontamos con jihadis que promueven la encarnación más fanática de su fe.
Abandonar a Israel a su destino, en este momento tan trascendente, podría servir solo para ilustrar cuán profundo nos hundimos y cuán inexorable, parece, nuestra decadencia actual.
No debe permitirse que eso ocurra. Motivado por la necesidad de reconstruir nuestros valores occidentales, expresando profunda preocupación sobre la ola de agresión contra Israel y conscientes que, la fortaleza de Israel es nuestra fortaleza y que la debilidad de Israel es nuestra debilidad, decidí promover una nueva iniciativa de Amigos de Israel, con la ayuda de algunas personalidades destacadas que incluyen a David Trimble, Andrew Roberts, John Bolton, Alejandro Toledo (ex Presidente de Perú), Marcello Pera (filósofo y ex presidente del Senado italiano), Fiamma Nirenstein (autora y política italiana), el financiero Robert Agostinelli y el intelectual católico George Weigel.
No es nuestra intención defender ninguna política específica o a alguien particular del gobierno de Israel. Los auspiciantes de esta iniciativa, con seguridad, estarán – por momento - en descuerdo con las decisiones adoptadas por Jerusalén. Somos demócratas, y creemos en la diversidad.
Sin embargo, lo que nos compromete es nuestro inflexible apoyo el derecho de Israel a existir y a auto - defenderse. Que países occidentales apoyen a aquellos quienes cuestionan la legitimidad de Israel; que jueguen juegos en organismos internacionales respecto a cuestiones vitales de seguridad de Israel, que apacigüen a aquellos que se oponen a los valores occidentales, para esos países no es solo un grave error moral, sino una equivocación estratégica de primera magnitud.
Israel es parte fundamental de Occidente. Occidente es lo que es gracias a sus raíces judeo-cristianas. Si el elemento judío de aquellas raíces cae, entonces estamos perdidos. Nos guste o no, nuestro destino está inextricablemente entrelazado.
José María Aznar fue Primer Ministro de España, 1996-2004.